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Tres sorbos de café T1 E21

Primer Sorbo

… nos han enseñado siempre a ponernos a salvo de la tristeza, del agüite, de la congoja… siempre que vemos a alguien en esa condición le decimos estúpidamente: — no estés triste… como si la tristeza fuera una elección; como si tuviéramos un switch interno de tres pasos –abajo triste, en medio neutral, arriba alegre- y pudiéramos cambiarlo a voluntad… tratamos a la tristeza como una indeseable, una invitada inoportuna, algo que no deseamos padecer ni tener cerca…

… somos tan malos para asumir nuestra tristeza y nos aterra tanto estar tristes, que muchas veces fingimos una exultante alegría, desbordada, frenética… nos avergüenza tanto que nos sepan tristes que hacemos todo lo posible para que los demás se enteren de lo alegres que estamos, de lo felices que somos aunque no sea cierto…

… la vida no es así… por eso me resulta tan sospechosa la gente que desde el primer momento te quiere convencer de lo feliz que es siempre… es muy fácil fingir una estúpida alegría pero no es sencillo simular una profunda tristeza…

… no me malentiendan; no es que no sepa estar alegre ni aprecie la alegría, pero la tristeza ha sido tanto tiempo compañera mía que la encuentro familiar, serena, conocida, muchas veces sabia y muchas veces fructífera… si estoy alegre quiero sólo eso; estar alegre, tal vez esa sea su gracia… pero cuando estoy triste quiero aprender, quiero saber, quiero explicarme los porqués de las cosas… una buena tristeza no destruye; enseña y templa…  

…yo le deseo que sea inmensamente feliz; pero también, cuando le toque, que sepa estar profundamente tiste…


Segundo Sorbo


... — ¿cuál ha sido el mejor café que te has tomado en la vida?... imprudentemente había osado preguntarle a un amigo especialista en el tema, y ocurrió lo que ocurre siempre con los especialistas… si les preguntas corres el riesgo de que te contesten…

… de modo que me habló de la especie botánica, de la Arábica y la Robusta, del contenido de cafeína, del origen africano o sudamericano, de las condiciones del cultivo y la recolección… me habló del “Beneficiado”, que  es el proceso para la obtención del grano seco; de los cafés “lavados” y los cafés procesados… me habló de la importancia del color del grano después del tueste, me habló de la “erogación” que es la resistencia al paso del agua y las particularidades del molido; de la densidad, la viscosidad y el cuerpo, de las características de la crema, de la temperatura e incluso del tipo de taza que debe usarse…

… — un café así, concluyó, sólo lo he tomado en dos lugares, (pausa dramática)… —en el Café Europa de Praga y en el Hawelka de Viena…

… supe de inmediato que no entendió del todo mi pregunta porque no me habló de Viena, ni de Praga… no me dijo si estaba solo o acompañado, no mencionó una conversación, un pensamiento, un recuerdo, una idea, una nostalgia… no dijo si estaba leyendo o tarareando, si se escuchaba música a lo lejos; si llovía, si nevaba, si estaba triste o alegre, si era guapa o no la camarera… no mencionó qué lo había llevado a Praga o a Viena y justamente a esas cafeterías… ¿había llegado allí buscando a alguien, buscando algo, buscándose a sí mismo?, ¿lo había encontrado o lo daba definitivamente por perdido?... no mencionó a sus muertos, a sus amores perdidos, a sus parientes lejanos…

… no mencionó en fin, todo lo que implica tomarse un buen café…


Tercer Sorbo


… yo tuve una abuela querendona, propensa a los besos, los cariños y los arrumacos… era una abuela que decía “te quiero” a la mínima provocación… cantaba, se sabía unos chistes buenísimos y maldecía cuando hablaba de política y políticos, exceptuando a Tata Cárdenas a quien le tenía devoción…

… la abuela podía decirte que te quería de muchas maneras, pero te quedaba clarísimo cuando se ponía a cocinar… poco importaba si te preparaba un desayuno rápido en la mañana o una cena de seis tiempos para navidad; era un espectáculo verla… todo era precisión, paciencia, sensibilidad, conocimiento, sazón, buen gusto y harto cariño… en la mesa de la abuela hubo siempre sonrisas, largas sobremesas, profusos recalentados y gorrones varios a quienes nunca se les negó un plato… la abuela se asomaba de cuando en cuando desde la cocina sólo para ver nuestras caras ahítas y agradecidas y para recibir los elogios correspondientes… nunca escuché a nadie decir que algo le faltara o le sobrara a la comida, porque era una de las formas más refinadas y perfectas que ella tenía de decirnos que nos quería, que nos quería mucho, que nos quiso siempre…

… aunque yo heredé muy poco de los talentos culinarios de mi abuela, heredé lo suficiente como para saber que cocinar para alguien con precisión, paciencia, sensibilidad, conocimiento, sazón y buen gusto  es otra forma de decirle que lo quieres, que lo quieres mucho…


El Poso del Café


...mi voz no es más que otro truco del silencio...

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