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Crónicas Cuarenténicas.


Día 11 ...palabra de Dios...

... es joven, es guapo y es bastante popular entre las mujeres de todas las edades... habitual del parque, sale en las mañanas a correr, y los fines de semana se da un tiempito para jugar una cascarita de basquet con los malandros habituales... se le ha visto sentado al sol después del juego, tomándose con ellos una chela banquetera de muy buena gana... un día mi vecina, víctima de una irrefrenable sinceridad alcohólica confesó que, con perdón de Dios, ella sí se lo daba... la invocación a Dios no es gratuita porque Marcelo, el objeto de sus pecaminosos deseos, es cura... para más datos es el cura de la iglesia de Santiago en el suburbano barrio de Occipaco... dicen que da unas misas muy divertidas, que es muy elocuente e improvisa unos sermones fantásticos... de eso no puedo darles garantía porque a los devotos de las deidades paganas, se nos tiene prohibido participar en dichas ceremonias, pero eso dicen... ... lo que sí me consta es que es un tipo culto, inteligente, que se ha tomado la molestia de conocernos a todos en el barrio, independientemente del dios que adoremos o de que vayamos a misa o no; y que pese a ser muy joven -o tal vez por eso- pertenece a esa estirpe de curas que practican el “a Dios rogando y con el mazo dando”... el tipo estuvo meses jodiendo al presidente municipal para que arreglara el parque y como no lo hacía se puso a arreglarlo él... consiguió pintura, una podadora de gasolina, herramientas de jardinero y reclutó un variopinto grupo de malandros, feligreses y admiradoras para la tarea... se le veía en el kiosko con un altoparlante dirigiendo a su rebaño, empujando la podadora, lijando las bancas metálicas o trepado en los árboles para podar las ramas muertas... al segundo día vino un periodista a entrevistarlo y le dijo que ante la imperdonable indiferencia de la municipalidad por adecentar un punto de esparcimiento y convergencia social tan importante como el parque de Santiago, la comunidad se había organizado y bla, bla, bla... sobra decir que al día siguiente de la publicación, el barrio de Santiago estaba invadido de brigadas municipales arreglando el parque... ... una vez vino a casa porque alguien le comentó de mi afición por los libros... conversamos largamente, nos tomamos un par de cervezas en la terraza y me pidió prestado “Patas Arriba” de Eduardo Galeano... me lo regresó a la semana y me dijo sonriendo que había obtenido buen material para sus sermones... ignoro si alguna vez incluyó en su misa los textos de Galeano, pero el libro lo leyó sin duda porque encontré muchos textos y frases marcados a lápiz con un cruz pequeñita... en una de las páginas en que Galeano habla de los sin tierra de Brasil y de los Zapatistas de Chiapas, el cura anotó en una esquinita de la página, con una letra menuda y elegante “palabra de Dios”... ... hace un rato vino Marcelo a pedirme los dos primeros tomos de los cuentos completos de Julio Cortázar... se marcha a su tierra, Tamaulipas, y como el viaje es largo no quiere que le falte que leer... se va porque sus padres están enfermos, muy posiblemente del bicho de moda... le entregué los libros y se marchó calle abajo, sonriente, con la palabra de dios-Cortázar bajo el brazo.... y aunque nunca seré testigo de ello, estoy seguro que a su vuelta se escucharán estupendos sermones en la parroquia de Santiago... yo mientras tanto, alzaré mi copa a su salud y rogaré a las deidades paganas que cuiden a ese hombre de dios...

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